domingo, 22 de enero de 2012

La DOTORA


La DOTORA


                                         LIMPIA   QUEDÓ  LA   ENTRADA.

La noche anterior, parecía querer decirnos que la excursión habría que anularla, se puso a llover, más tarde una abundante  niebla, pero nosotros nos despedimos quedando en vernos a las nueve en la plaza de san Agustín, pues no iba llover tanto(aunque el monte lo necesita para que salgan los rebollones).
Así que a la hora anunciada, allí que van haciendo acto de presencia para emprender la marcha todos los madrugadores/as, que no quieren perderse la salida, ni ver como Roberto nos lleva (con los ojos vendados), a la entrada de la cueva.

 Nuestro fotógrafo oficial (Jandro), se encarga de darle al botoncito cuando nos agrupamos todos alrededor de la fuente, quedando de esta manera otra foto para el archivo (y van). Son esos minutos de las mañanas de domingo, donde van desfilando toda una caravana de furgonetas, tractores, máquinas de coger almendras, con sus gentes alegres para ir recogiendo la cosecha, saludándonos la mayoría de ellos con una sonrisa entre alegre y picarona, como diciéndonos:”Mira, estos no tienen almendras y se van al monte de excursión, con lo bien que estarían a estas horas en la cama”.
       
 La comitiva se pone en marcha, aunque se detecta en el ambiente que falta alguien que nos marque el ritmo y nos guíe, ¿Quién creéis que era?, ni más ni menos que nuestro jefe de medio ambiente y temas relacionados con el senderismo “El gran Miguel, el que nunca quiere perderse ninguna salida, el que suele estar el primero al pie del cañón”, pero por problemas de calendario, hoy le tocaba trabajar, y eso es lo primero, a la siguiente ya vendrás, no te preocupes Miguelón.
Vamos dejando a nuestras espaldas los pajares del Cerrito, algunos dando ya sus últimos coletazos, a la izquierda la ermita de santa Lucía (cuántos años viendo pasar a generaciones y generaciones de alcublanos por delante de su puerta), el monte de los Molinos nos va protegiendo de los rayos del sol que están comenzando a lanzar su fuente de calor, quiere ello decir que el día ha salido buenísimo para andar.

Llegamos a los corrales del Colladillo y recogemos el material para la limpieza, lo metemos en el coche escoba que nos acompaña, que no es otro que el de Abel, que de un tiempo a esta parte está cambiando sus hábitos domingueros (madrugar y a la almendra).

Tranquilamente y sin ningún percance nos encontramos en los corrales de La Dotora, donde nos disponemos a almorzar y esperar a Ximo Sanz y familia, pues traía a dos espeleólogos de mucho cuidado.
Es el momento esperado por Toni Bataller para dirigirse a Roberto y decirle: “vamos, a vendarte los ojos y tira monte abajo a buscar la cueva”. Ni corto ni perezoso, se coloca al frente de la columna y comienza el descenso seguido de cerca por los dos nietos de Ximo, que con linterna, brújula y cuchillo en mano no se pierden un detalle ni paso de lo que hace “el jefe”, que es como ellos le llamaron a Roberto cuando lo vieron ponerse al frente de la marcha.

Y la verdad que tenía buen sentido de la orientación, pues buscando y mirando el mejor sitio para ir desplazándonos por la falda de la montaña, allí que nos lleva a todos, aunque Toni, ya estaba preparado por si se pasaba de largo.

Fotos y más fotos para enseñárselas a nuestro guía, limpiamos la entrada un poco y los visitantes más peques que no querían salir de la cueva, allí dentro con sus linternas encendidas mirando a ver si descubrían algún tesoro escondido por las paredes.
Al volver hacia los corrales, tratamos de ir limpiando un poco la senda para que a los futuros visitantes no les pase lo que a algunos este verano.

El regreso se hizo un poco más pesado, el calor apretaba y las fuerzas iban fallando, pero llegamos todos sanos y salvos al bar del Porche a tomarnos el refresco que bien nos habíamos ganado. Comentamos la manera de cómo decirle a nuestro jefe que sí que habíamos estado en la Cueva, pero que aunque no lo crea, su presencia siempre será necesaria entre nosotros.
Dedicado a Miguel Garbelles, por todos esos buenos ratos que nos hace pasar por los montes alcublanos, así como por todos sus consejos y enseñanzas.

                                                                    Serafín Martínez Marz.  (A.C.L.A)

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